“El genio es 10% inspiración y 90% transpiración”

Thomas Alba Edison

¿El genio nace o se hace? ¿Hay individuos que nacen con algún tipo de don? ¿La genialidad es heredada? ¿Es posible alcanzar el ingenio a través de la práctica y el trabajo sostenido? ¿Por qué es tan reducido el número de individuos que sobresalen en algún área, es decir, que desarrollan el talento?

Una de las principales responsabilidades, que deberíamos asumir las personas que tenemos hijos; es la de explorar, identificar y desarrollar el talento en nuestros hijos (as). Pues como es bien o mal sabido, todos nacemos con un potencial talento, el quid del asunto consiste en detectar y desarrollar dicho talento a temprana edad. Tomar consciencia de esto, resulta determinante para la vida de esas personitas tan importantes para nosotros, pues en gran medida, nuestra tranquilidad depende de si ellos son felices o no.

Bueno, por fortuna, tenemos la posibilidad y la forma de asegurarles a nuestros hijos <una vida con sentido>; esto se logra en la medida que los respaldemos, permitiéndoles acumular las horas de práctica necesarias para que desarrollen su potencial talento. De esto, quiero hablarte en el presente artículo. ¡¡Sigue leyendo!!

Son muchos los imaginarios y especulaciones que giran en torno a la capacidad que presentan algunas personas para crear, innovar, mostrar desempeño excepcional, fluidez, genialidad, virtuosidad y pasión por lo que hacen. Lo cierto, es que todo esto se debe al trabajo sostenido, la dedicación, el esfuerzo y a la acumulación de mínimo 10.000 horas de práctica. Así lo demostraron estudios realizados por un grupo de investigadores, dirigido por el psicólogo e investigador  de la creatividad y  los estados de flujo Mihaly Csikszentmihalyi.

Este grupo de investigadores, se dieron a la tarea de estudiar la historia de cientos de talentosos, para cuantificar cuánto tiempo invirtieron en su preparación. Los estudios arrojaron los siguientes resultados:

·         Dominar los fundamentos de la disciplina exige 3.000 horas

·         Alcanzar un dominio medio 5.000 horas

·         Conquistar el umbral de competencia notable 10.000 a 20.000 horas[1]

Las biografías de personajes que  han logrado la maestría o que son considerados genios, siempre coinciden en un aspecto; todos sin excepción, han dedicado horas y horas de su tiempo a practicar. No se conoce ningún caso, en el que una  persona con desempeño sobresaliente en un determinado campo, haya tenido alguna aptitud superhumana o algún don extraordinario. El secreto siempre ha sido el mismo, la acumulación de horas de experiencia mediante la práctica. Es esto, lo que les ha permitido sobresalir y tener un desempeño superior al promedio. En definitiva, aunque suene a verdad de perogrullo hay que reafirmarlo, la práctica hace al maestro.”

En este caso, para la muestra no hay un botón, sino uno de los más grandes inventores de la historia, veamos el  caso de Thomas Alva Edison. Este personaje considerado genio, es un claro ejemplo de lo antes expuesto.

Su experiencia en la escuela fue demasiado breve: duró sólo tres meses, al cabo de los cuales fue expulsado de las aulas. Su maestro alegó falta absoluta de interés y una torpeza  más que manifiesta, comportamientos que no eran ajenos a una sordera parcial que obtuvo como secuela de un ataque de escarlatina.

Su madre, Nancy Elliot, que había ejercido como maestra antes de casarse, asumió la educación del joven, tarea que desempeñó con mucho talento, ya que consiguió inspirar en él, aquella curiosidad sin límites que sería la característica más destacable de su carrera. Empezó a dedicar horas de práctica en su campo, tras la lectura de un libro que Nancy le proporcionó, titulado Escuela de filosofía natural, de Richard Green Parker; tal fue su fascinación que quiso realizar por sí mismo todos los experimentos y comprobar todas  las teorías que contenía. Ayudado por su madre, instaló en el sótano de su casa un pequeño laboratorio convencido de que iba a ser inventor.

Palabras más, palabras menos, luego de muchas horas de práctica Alva Edison llegó a ser quien fue. Se sabe que patentó más de mil inventos y que durante su vida adulta patentaba uno cada quince días. Solía decir que genialidad y creatividad se consiguen con mucho esfuerzo y perseverancia, que “el genio es 10% de inspiración y 90% de transpiración.” También acostumbraba a utilizar la frase “el secreto consiste en trabajar de firme.” De hecho, se puede afirmar que su principal virtud radicaba en su descomunal capacidad de trabajo. Incluso tras sus primeros éxitos continuó trabajando con el mismo ahínco y dedicación de siempre. Pero lo más sorprendente de su carácter era su invulnerabilidad ante el desaliento. Ningún contratiempo era capaz de desanimarlo.

Todos sus inventos eran patentados y explotados de inmediato y no tardaban en producir utilidades. Su fama se propagó por el mundo a medida que la luz eléctrica se imponía. En los años veinte, sus conciudadanos lo señalaron en las encuestas como el hombre más grande de los Estados Unidos. Hasta el congreso contribuyo con su fama, al afirmar que Thomas Alva Edison, había añadido un promedio de treinta millones de dólares al año a la riqueza nacional, por un periodo de medio siglo. Hay quienes afirman que nunca antes se había evaluado con tal exactitud algo tan intangible como el genio.[2]

Por otro lado, cambiando el hilo conductor pero no el tema; es adecuado tener en cuenta que, si bien es cierto, en ocasiones la predisposición genética influye en la afinidad que se pueda tener con un área determinada, si no se dedica el tiempo suficiente para que ese potencial talento se desarrolle, (10.000 horas – 5 a 10 años) sencillamente ¡no ocurre nada!.

El investigador Csikszentmihalyi[3] sugiere que cada uno de nosotros tiene fuerzas y predisposiciones particulares que nos hacen más sensibles a una dimensión de la realidad que a otras. Pero, una vez más, una iniciación temprana y la oportunidad de dedicarse a un campo particular son esenciales para desarrollar el potencial heredado.

En lo relacionado con el acompañamiento que debemos hacer los padres a nuestros hijos, durante el proceso de exploración, identificación y desarrollo del talento; Csikszentmihalyi, basado en casos de personajes talentosos como Vera Rubin (que con menos de diez años decidió que debía ser astrónoma); E. O. Wilson, (probablemente la persona que más sabe en el mundo sobre hormigas, comenzó sus estudios cuando tenía seis años); o György Faludy (quien sabia que era poeta desde la escuela primaria), menciona que los padres en ninguno de estos casos empujaron a sus hijos a estudiar alguna disciplina: el interés espontáneo del niño fue lo que condujo a la dedicación.[4]

<<El papel de los padres estaba limitado a proporcionar oportunidades, a tomar en serio el interés del niño, como cuando el padre de Vera Rubin ayudó a su hija a construir un telescopio. Si los padres hubieran sido más dirigistas, es improbable que la dedicación del niño hubiera llegado muy lejos.>>[5]

La razón por la cual, es tan reducido el número de personas que logran desarrollar el talento, obedece a dos causas principales: la primera, el modelo del sistema educativo industrial esta diseñado para producir obreros en masa, por esta razón se limita a brindar una educación homogeneizada, igual para todos, sin tener en cuenta el interés, las aptitudes y  los gustos particulares del estudiante. Y la segunda, generalmente, los confiados y muchas veces resignados padres, enajenan su responsabilidad a la escuela y prestan poca o ninguna atención a los intereses genuinos del niño; se limitan a obligarlo  a asistir y cumplir con lo que la escuela le impone. Esto da como resultado: cada vez más jovencitos frustrados, que no le encuentran sentido a la vida por no saber para qué son buenos, por no lograr apasionarse con lo que hacen.

En suma, lo realmente importante y relevante para desarrollarse a nivel expresivo, o mejor dicho, para desarrollar el talento, no se encuentra al interior de las aulas, se encuentra al enfrentarse cara a cara con la disciplina o actividad de interés, y en empezar a acumular horas y horas de práctica. Cualquiera puede convertirse en un genio, en un personaje talentoso, creativo, si le dedica el tiempo y las horas de práctica necesarias.

Por último, si te interesa apoyar a tu hijo para que desarrolle el talento, es necesario que tú y tu hijo (a) tengan claro cuál es ese talento potencial con el que cuenta, para esto, te invito a darle un vistazo a un artículo que escribí hace algún tiempo, titulado <Hacerlo con pasión> en este artículo se relacionan en detalle los tipos de talento.

 

Referencias:


[1] De Zubiría Miguel. Psicología del talento y la creatividad. Fundación de Pedagogía Conceptual Alberto merani.

[2] Tomado y adaptado de Biografias y vidas.com

[3] Csikszentmihalyi Mihaly. Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención. Paidos. Pág.378

[4] Ibid. Pág. 372

[5] Ibid. Pág. 372