LO QUE SOMOS NOSOTROS

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Con este texto nos queremos presentar. Pero no deseamos exponerte una vacía misión, ni una rimbombante visión. ¿Para qué hacer lo que todo mundo hace? Preferimos más bien mostrarte lo que Somos Nosotros, nuestro Concepto. Lo haremos desarrollando brevemente las siguientes cinco proposiciones. Decimos “brevemente” porque a cada una de ellas le dedicaremos un articulo completo.

Somos un Taller y nos dedicamos a la Formación Afectiva

Somos un Taller porque aquí aprehendemos haciendo. Porque utilizamos el método de ensayo y error para mejorar nuestros quehaceres. Porque no separamos la teoría de la práctica. Porque nos esmeramos en hacer las cosas bien hechas. Porque nos apasiona lo que hacemos. Porque podemos demostrar lo que somos y sabemos. Porque adquirimos y desarrollamos habilidades que nos permiten mejorar nuestra base de conocimiento y nuestra competitividad (escribir, investigar, pensar, crear, innovar, enseñar, conversar…) Y porque hacemos del trabajo algo bueno en si mismo y no sólo un medio de vida.

También somos un Taller porque emulamos la estructura de los talleres medievales y preindustriales. Aquí empezamos como aprehendices, ascendemos a oficiales y por último nos convertimos en maestros. No nos identifican etiquetas “profesionales”, de hecho, para ingresar al Taller y vivir esta experiencia única, no es requisito traer un titulo bajo el brazo. Basta con la buena voluntad, la disposición de hacer y de aprehender haciendo.

Aquí somos artesanos del conocimiento. Nuestra materia prima es toda la información que tenga que ver con la Afectividad Humana; la procesamos y luego la convertimos en conocimiento relevante para ser transmitido a través de nuestros actos de Formación Afectiva.

Nos dedicamos a la Formación Afectiva, es decir, nuestro trabajo está encaminado en ayudar a las personas a desarrollarse afectivamente; adquirir herramientas que les permita tener una mejor relación consigo mismo, con los otros y con los grupos en lo que participe.

Tenemos como propósito procurar la Felicidad de las personas a través de la Formación Afectiva

¿Existe algo más importante que la Felicidad? En absoluto. Nuestra vida gira en torno a esta palabra, hasta hace poco mal entendida y tergiversada. Hoy, gracias a numerosas investigaciones científicas provenientes de la Psicologia Positiva, la Psicologia de la Felicidad, la Psicología Afectiva y la Bioquímica, es posible establecer con claridad en que consiste la Felicidad y como se puede construir.

Y éste es precisamente nuestro propósito central. Lograr que a partir de toda esa cantidad de conocimientos -convertidos en Formación Afectiva– cada día más personas aprendan Qué es realmente la Felicidad, Cómo se construye y que beneficios trae para la existencia.

Sabemos que con Formación Afectiva podemos desarrollar Competencias Afectivas Interpersonales, Sociogrupales e Intrapersonales, que nos ayuden a fortalecer nuestros vínculos y con ello a producir de modo natural las sustancias bioquímicas necesarias para procurarnos Bien-Estar, Satisfacción y Felicidad.

La Felicidad, la Satisfacción y el Bien-Estar, pasa por tener unas buenas relaciones con los otros, los grupos y consigo mismo. La naturaleza premia eso. Cuando una persona tiene muy buenos vínculos, su cerebro libera sustancias como la dopamina, la oxitocina, la endorfina y la serotonina; neurotransmisores que estimulan naturalmente a las personas y que le producen esos anhelados estados.

Estamos convencidos que gracias a la Formación Afectiva podemos ser mejores Padres, Parejas, Amigos, Trabajadores y Personas.

La Formación Afectiva nos permite desarrollarnos afectivamente y desempeñar muy bien cada uno de nuestros roles. Podemos ser mejores padres porque tendremos clara cual es nuestra misión y poseemos las herramientas para formar a nuestros hijos. Como parejas porque aprendemos a elegir, profundizar, desconflictuar y terminar nuestros vínculos íntimos. Como amigos porque aprendemos a reconocer la importancia de la amistad y a fortalecer estos vínculos. Como trabajadores porque aprendemos a disfrutar lo que hacemos y como personas porque le encontramos sentido a la existencia.

Cumplimos con nuestro propósito a través de Actos Formativos como Conferencias, Talleres, Seminarios, Cursos, Jornadas de Formación Afectiva y Diplomados.

En El Taller actualmente tenemos tres líneas de trabajo: El Oficio de Ser Padres, Parejas Felices y Empresas Humanas. Cada una de ellas la desarrollamos a través de actos formativos que tienen como base la Psicología Afectiva, la Pedagogía Afectiva y la Pedagogía Conceptual.

Cada acto formativo es diseñado a partir de la necesidad de la comunidad respectiva y de los temas centrales que se plantean en cada línea de trabajo.

Está demostrado que la Formación Afectiva es una excelente estrategia de Prevención

La Formación Afectiva sirve para prevenir la violencia intrafamiliar, escolar; el maltrato infantil, la soledad, la depresión y el suicidio y demás psicopatologias relacionadas con la falta de destrezas Interpersonales, Sociogrupales e Intrapersonales

 


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EL PRECIO QUE SE PAGA POR NO TENER FORMACION AFECTIVA

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A propósito de la Formación Afectiva se pueden plantear las siguientes preguntas: ¿Qué es? ¿Por qué es necesaria? ¿Para qué sirve? ¿Qué consecuencias trae para una persona y la sociedad, la falta de formación afectiva? ¿Cuáles son los beneficios de tener formación afectiva?

Para nadie es un secreto que vivimos en una sociedad enferma. No de otra forma se puede calificar a una sociedad en la que sus índices de violencia, -de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Medicina Legal- dan cuenta de 29.433 necropsias por muerte violenta durante el año 2009, representando un incremento de 2.475 muertes, equivalente a un 9.2% más en relación con el 2008.[1]

Ha sido tanta la sangre que se ha derramado en este país, que ya nos acostumbramos a la muerte. Nada más en el año 2009, murieron asesinadas 17.717 personas, 16.2% más que en 2008.[2] Es decir, en lugar de reducir, la cifra aumenta. Y si por los lados del homicidio “llueve”, las cifras relacionadas con el suicidio tampoco son muy halagadoras. De acuerdo con el citado informe de Medicina Legal, en el año 2009 se quitaron la vida 1.845 personas, 0.3% más que en 2008.

El homicidio, sea cual sea el móvil, representa una afrenta contra la humanidad. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro de forma dolosa. Y si esto ocurre con el asesinato, ¿qué se puede decir entonces del suicidio?

Es una pena que alguien se quite la vida. Pero es más lamentable reconocer que detrás de esa letal decisión, se esconde la posibilidad de que se habría podido evitar, porque las causas que llevaron a esa decisión, indudablemente tienen que ver con la dimensión afectiva.  Si es así, la formación afectiva habría sido determinante para contrarrestar esa medida.

Basta con revisar la “Posible Razón del Suicidio”. De acuerdo con Medicina Legal, se encontró que los conflictos amoro sos, y la falta de motivación en varios niveles o áreas de ajuste de las mujeres y de los hombres, eran las probables causas para que se suicidaran las perso nas. De hecho, esas 1.845 personas ha brían decidido quitarse la vida por posibles problemas dentro de las relaciones de pareja o con su ex pareja, por desmotivación frente a circunstancias económicas o por la presencia de enfermedades tanto físicas como mentales[3].

Y lo más triste es que son los jóvenes los que se están suicidando. Según Medicina Legal, jóvenes entre los 20 y los 30 años son los que más suicidios presentaron el año pasado. El registro dice que 427 se quitaron la vida por tener, generalmente, relaciones de pareja disfuncionales y dificultades en su situación económica.[4]

Lo dicho, el asunto es afectivo. Luego entonces se puede prevenir. ¿No es este un argumento contundente para demostrar la necesidad de formación afectiva? La gente se está matando!!! Las personas se están suicidando y muchos se preguntan ¿Por qué? Y buscan las causas en el mundo externo de los individuos, pero no, el problema esta adentro, porque si fuera externa la causa, ya todos nos habríamos quitado la vida. Insisto, hace falta con suma urgencia formación afectiva. Formación que nos enseñe a valorar la vida de los demás, pero sobre toda la vida propia. Formación que nos enseñe a construir buenas relaciones de pareja, que nos enseñe a procesar las naturales perdidas de la vida, que nos enseñe a afrontar las vicisitudes propias de la existencia.

Pero también necesitamos formación que nos enseñe a relacionarnos con los demás. A vivir en sociedad. Y en este punto, las cifras de Medicina Legal tampoco son nada alentadoras. Según esta entidad, en el año 2009, realizó 303.471 reconocimientos médicos por lesiones personales, con respecto al año 2008 se practicaron 11.315 peritaciones más que representan un incremento del 3.9%.[5] No obstante que seguramente no son reportados todos los casos, de por si la cifra ya es considerable e indicadora de la intolerancia con la que nos relacionamos con el otro. Nada más la violencia interpersonal (riña, atraco, etc) arrojo una cifra de 138.617 lesionados. La violencia intrafamiliar 93.859 y los delitos sexuales 21.612 casos.

Las anteriores cifras son indicadoras del alto precio que paga una sociedad que no forma afectivamente a sus ciudadanos. No basta con “educación emocional”, tampoco son suficientes las cátedras de ética y valores, ni las charlas de derechos humanos. Es necesario comprender la naturaleza del hombre y actuar en consecuencia. Por eso la formación afectiva tiene un triple propósito: 1) dotar a las personas de competencias afectivas Intrapersonales e interpersonales; 2) trabajar en la prevención de la violencia y en la promoción del autocuidado y el cuidado del otro; y 3) apuntarle a la construcción de la felicidad, el bien-estar, la satisfacción y la calidad de vida.

Cuando una persona recibe este tipo de formación afectiva tiene en sus manos poderosas herramientas para afrontar la vida. Si una sociedad le apunta a la formación afectiva de sus ciudadanos, muy seguramente esos indicadores de violencia tenderán a reducirse drásticamente, repercutiendo en una mejor calidad de vida para todos.

En últimas, con formación afectiva aprenderemos a ser mejores padres, hermanos, hijos, trabajadores, novios, esposos, compañeros, amigos, y sobre todo mejores ciudadanos.

TODOS, sin excepción debemos recibir formación afectiva, no importa la edad, no obstante, entre más temprano se empiece mucho mejor, mayor es el impacto. Ahí juega un papel fundamental la escuela, pero sobre todo, el hogar, la comunidad y los medios de comunicación.

Definitivamente, cada día me convenzo más de esta apuesta personal, intelectual y profesional. Vale la pena jugársela y apostarle a la formación afectiva.

¿No crees?


[1] Forensis 2009 “Datos para la vida” Volumen 11 – Numero 1 – Mayo 2010http://medicinalegal.gov.co/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=60

[2] Ibid

[3] Valenzuela, Diana “Suicidio. Colombia, 2009” Centro de Referencia Nacional sobre Violencia – CRNV.División de Referencia de Información Pericial – DRIP Forensis 2009 “Datos para la vida” Volumen 11 – Numero 1 – Mayo 2010 http://medicinalegal.gov.co/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=60

[4] Revista Semana “Los 20, edad fatal en Colombia” http://www.semana.com/noticias-nacion/20-edad-fatal-colombia/138463.aspx. Mayo 4 de 2010

[5] Roa Vargas, Ana “Algunas reflexiones sobre la relacione entre capital social y violencia interpersonal” Forensis 2009 “Datos para la vida” Volumen 11 – Numero 1 – Mayo 2010http://medicinalegal.gov.co/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=60

PSICOLOGIA AFECTIVA. LA NUEVA PSICOLOGÍA

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“Mi previsión es que la ciencia social mirará finalmente más allá del remedio y se transformará en una fuerza positiva para comprender y promover las cualidades más elevadas de la vida cívica y personal”

Martin Seligman

“En algún momento nos equivocamos y estudiamos más la enfermedad que la salud. Durante mucho tiempo la psicología se ha centrado en el tratamiento. Ha llegado el momento de pensar en las vacunas”.

Enrique García Fernández-Abascal

La Psicologia Afectiva es la nueva Psicologia. Planteo dos líneas argumentales para sustentar esta tesis: 1) Su validez epistemológica; y 2) Su relevancia y pertinencia.

La primera línea argumental señala que la Psicologia Afectiva es valida epistemológicamente hablando, dado que se nutre de campos teóricos como la salud mental positiva, la teoría de la mente y la teoría de la afectividad humana.

La segunda línea argumental plantea que la Psicologia Afectiva es relevante y pertinente, en la medida en que tiene incidencia sobre la persona, el grupo y la sociedad.

VALIDEZ EPISTEMOLÓGICA DE LA PSICOLOGIA AFECTIVA

Salud Mental Positiva

El concepto salud mental surge a mediados del siglo XX y se utiliza para referirse tanto a estados de salud como de enfermedad. La implantación del término ha ido paralela a la concepción integral del ser humano, entendida desde una perspectiva bio-psicosocial. La filosofía que “apadrina” su nacimiento pretende romper con el principio de que la salud mental es simplemente la ausencia de enfermedad y, por tanto, auspiciar la vertiente positiva, es decir, la prevención y la promoción.[1]

Las organizaciones oficiales, como la Organización Mundial de la Salud y la Federación Mundial de Salud Mental y las legislaciones de los diferentes países, que regulan las políticas y normativas en materia de salud, recogen la “ideología” positiva de: “prevención y promoción para todos en el año 2000”. Sin embargo, la realidad práctica, en el campo de la salud mental, se ajusta más a: “tratamiento, rehabilitación y algo de prevención, en los países occidentales, para todos en el año 2000”.[2]

La perspectiva negativa define la salud mental tomando como referencia la enfermedad. Su postulado básico es: ”salud igual a ausencia de enfermedad» y su objetivo fundamental es la curación. Esta perspectiva se corresponde fundamentalmente con el modelo clínico tradicional, responde a la necesidad de tratar los trastornos mentales y refleja la realidad asistencial actual basada en la curación de las personas enfermas. Sin embargo, es un enfoque reduccionista que omite los aspectos positivos inherentes al concepto de salud mental.[3]

La perspectiva positiva intenta definir la salud mental a través de la salud. Su postulado básico es: «salud igual a algo más que ausencia de enfermedad» y, al menos sobre el papel, permite trabajar en la curación, la prevención y la promoción. En esta línea se definió la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1948) cuando señaló que «la salud es el estado de bienestar físico, psíquico y social y no la mera ausencia de enfermedad o minusvalia». De forma similar, la Federación Mundial para la Salud Mental, en 1962, la definió como «el mejor estado posible dentro de las condiciones existentes».[4]

La perspectiva positiva concibe la salud mental como el estado de funcionamiento óptimo de la persona y, por tanto, defiende que hay que promover las cualidades del ser humano y facilitar su máximo desarrollo potencial (Belloch, Sandin y Ramos, 1995; Jahoda, 1958; Lluch, 1997a; Martí Tusquets y Murcia Grau, 1987, citados por Lluch, 1999).[5]

La Salud Mental Positiva representa un cambio de paradigma; una re-evolución. Significa pasar de una salud mental en la que predomina el modelo de enfermedad y la perspectiva negativa de la salud, a otra en la que se hace énfasis en la construcción de competencias, la prevención y la promoción de la salud afectiva.

Por décadas, la afectividad se localizó en la gaveta del desajuste psicológico, en el cajón psicopatológico de la psicología clínica y de la psiquiatría. Se la asoció con abulia, ansiedad, depresión, manía. El termino “afectividad” equivale a desorden, emociones intensas, sentimientos exacerbados, pasiones descontroladas.[6]

Tradicionalmente, la psicología se ha dedicado fundamentalmente a investigar, entender o explicar la disfunción, y los profesionales están formados para trabajar con la patología[7].

Durante muchos años la psicología se ha centrado exclusivamente en el estudio de la patología y la debilidad del ser humano, llegando a identificar y casi confundir psicología con psicopatología y psicoterapia. Este fenómeno ha dado lugar a un marco teórico de carácter patogénico que ha sesgado ampliamente el estudio de la mente humana. Así, la focalización exclusiva en lo negativo que ha dominado la psicología durante tanto tiempo, ha llevado a asumir un modelo de la existencia humana que ha olvidado e incluso negado las características positivas del ser humano (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000; citados por Vera Poseck, 2006) y que ha contribuido a adoptar una visión pesimista de la naturaleza humana (Gilham y Seligman, 1999; citados por Vera Poseck, 2006).[8]

El modelo patogénico adoptado durante tantos años se ha mostrado incapaz de acercarse a la prevención del trastorno mental. Quizá la clave de este fracaso se encuentre en que la prevención siempre ha sido entendida desde los aspectos negativos y se ha centrado en evitar o eliminar las emociones negativas. De hecho, los mayores progresos en prevención han venido de perspectivas centradas en la construcción sistemática de competencias (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000; citados por Vera Poseck, 2006). En este sentido, se ha demostrado que existen fortalezas humanas que actúan como amortiguadoras contra el trastorno mental y parece existir suficiente evidencia empírica para afirmar que determinadas características positivas y fortalezas humanas, como el optimismo, la esperanza, la perseverancia o el valor, entre otras, actúan como barreras contra dichos trastornos.[9]

De forma histórica, la psicología ha concebido al ser humano como un sujeto pasivo, que reacciona ante los estímulos del ambiente. El foco de la psicología aplicada se ha centrado en curar el sufrimiento de los individuos y ha habido una explosión en la investigación de los trastornos mentales y los efectos negativos de estímulos estresores. Los profesionales tienen el cometido de tratar los trastornos mentales de los pacientes dentro de un marco patogénico en el que es crucial la reparación del daño. Sin embargo, la psicología no es sólo un brazo centrado en la enfermedad, es mucho más que eso. En los últimos años se han alzado voces que, retomando las ideas de la psicología humanista acerca de la necesidad del estudio de la “parte positiva” de la existencia humana, han aportado un sólido soporte empírico y científico a esta parte descuidada de la psicología.[10]

Y es esa parte descuidada de la psicología, la que recoge precisamente la Salud Mental Positiva. Paradigma que en sus bases teóricas y en su praxis, agrupa ramas de la Psicologia tales como:

  • La Psicologia Positiva
  • La Psicologia de la Felicidad
  • La Psicologia Afectiva.

Psicologia Positiva

La Psicología Positiva es una rama de la psicología que busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la psicología.[11]

Aspectos tales como el Optimismo, la Resiliencia, los Estados de Fluidez, la Felicidad, el Bien-Estar, la Creatividad, el Humor Positivo y las Fortalezas Personales, son el objeto de estudio de la Psicologia Positiva.

Martin Seligman portavoz de esta nueva rama que propone potenciar las fortalezas humanas para que funcionen como amortiguador ante la adversidad, señala que el mensaje de la Psicología Positiva, es recordarnos que la psicología no sólo versa acerca de arreglar o mejorar lo que está mal, sino que también es acerca de encontrar las fortalezas y virtudes de las personas para lograr una mejor calidad de vida, un mayor bienestar.[12]

La Psicología Positiva parte de los siguientes interrogantes: ¿No sería lógico ocuparnos también de promover la salud más allá de la enfermedad? ¿Ayudar a las personas a tener una vida mejor y no sólo a tener una vida con menos problemas? ¿Estudiar a las personas que aseguran ser felices y saber cómo lo logran? ¿Aprender a saborear los momentos? ¿A experimentar una mayor cantidad de emociones y experiencias positivas? Y ¿Por qué no, a ser más felices?[13]

Psicologia de la Felicidad

En la literatura psicológica son muy frecuentes los trabajos orientados a estudiar comportamientos negativos que conllevan malestar psicológico de las personas. La atención que han recibido, por ejemplo, la depresión, el estrés, la frustración, la angustia, la ansiedad, la desesperanza, el pánico, la violencia, la cólera, la agresión, los trastornos adictivos y psicóticos, entre otros, probablemente se deba a que constituyen problemas del comportamiento que requieren urgente intervención psicológica o psiquiátrica. No han tenido la misma suerte la dilucidación de fenómenos como la alegría, el entusiasmo, el optimismo, el amor, la simpatía, la solidaridad, la amistad, la risa y la felicidad que reflejan estados positivos del comportamiento. Algunos de estos hechos han constituido temas de la reflexión filosófica, y solo recientemente están atrayendo la atención de la investigación psicológica. Tal es el caso de LA FELICIDAD, que siempre ha tenido para hombres y mujeres singular valor entre las metas de sus vidas. La anhelan, la buscan, se esfuerzan por alcanzarla y a menudo la idealizan al punto que la perciben lejana y esquiva.”[14]

No obstante que la felicidad ha sido un tema antiguo tratado por la filosofía, solamente en décadas recientes ha sido tomado por la investigación psicológica. “La Base Mundial de Datos sobre Felicidad” con sede en Holanda, ha reportado que a partir de la década 1961-1970 los estudios sobre felicidad empiezan a tomar vigor, se publicaron en ese periodo 200 trabajos, entre 1971-1980 aparecen 811, y entre 1981-1990 se publicaron 1336 investigaciones. Actualmente se publica un extenso numero de artículos relacionados con la felicidad o bienestar subjetivo, habiéndose fundado en el año 2000, una revista especializada, el Journal of Happiness Studies. Las investigaciones están orientadas a analizar las relaciones entre felicidad y variables psicológicas, sean emocionales, de personalidad y cognitivas; sociales y económicas; demográficas, como genero, edad, estado conyugal; comparaciones etnológicas; investigaciones transculturales, consecuencias de la infelicidad sobre la salud mental y la vida de relación.[15]

La Psicologia de la Felicidad tiene por objeto de estudio, la búsqueda de respuestas a preguntas como: ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo se puede definir? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Por qué existe? ¿Qué función cumple en la psicología humana? ¿Cómo se siente ser feliz? ¿Por qué algunas personas son más felices que otras? ¿Cómo se puede identificar a una persona feliz? ¿Cómo hacen los investigadores para su estudio? ¿Qué personas son felices en realidad? ¿Tienen características especiales? ¿Qué tipo de ocupaciones eligen? ¿Qué tipo de vida social tienen? ¿Cómo es su vida familiar? ¿Están casados? ¿Tienen más dinero? ¿Son más exitosos? ¿Cuánta felicidad hay en nuestra sociedad, o en el resto del mundo? ¿Tiene la felicidad el mismo significado a través de diferentes culturas y naciones? ¿Cuáles son las causas reales de la felicidad? ¿Hay algún “secreto «para alcanzar la felicidad?[16] ¿A que grupo de actitudes humanas pertenece la felicidad? ¿Qué la diferencia de otras actitudes próximas como el bienestar, el amor o la autosatisfacción? ¿Existen tipos de felicidad?[17]

Muchos estudiosos se han dado a la tarea de dar respuestas a todas estas inquietudes. Entre ellos sobresalen Michael Argyle, Mihalyi Csikszentmihalyi, Martin Seligman, David Niven y Miguel De Zubiria Samper.

El experto en Psicologia de la Felicidad, Michael Argyle nos advierte que “las fuentes de felicidad son los demás, el matrimonio, la familia, los amigos y otras relaciones sociales son fuentes fundamentales de felicidad”. Su conclusión resuena: ser feliz tiene que ver con los demás, ser feliz requiere encontrarse bien con las personas significativas y consigo mismo: bien con los otros, bien consigo mismo. ¡Ni más ni menos! Ser feliz requiere “engrasar” los vínculos con los padres, los hermanos, los compañeros, profesores, los grupos, la pareja, con los jefes y consigo mismo.[18]

El Psicologo Social David Niven reconfirma a Argyle cuando concluye que de 60 a 65% de la felicidad resulta de tener quienes lo quieran a uno y de tener a quienes querer.[19]

Con respecto a la felicidad, sostiene Miguel De Zubiria que:

  • La felicidad  la crea el balance psicológico interpersonal e Intrapersonal de cada quien.
  • El talento Interpersonal que funda y renueva los vínculos es condición esencial de felicidad.
  • El talento Intrapersonal que orienta la propia existencia es condición esencial de felicidad.
  • La felicidad es un componente esencial del bienestar humano
  • Satisfecha una necesidad animal hay bienestar biológico o placer, satisfecha una necesidad psicológica, hay satisfacción.
  • Satisfecha las demandas psicológicas principales hay felicidad, satisfechas las sociológicas, hay realización o trascendencia.
  • Hay cinco dominios principales de felicidad: familiar, interpersonal, intimo, subjetivo y laboral.[20]

Psicologia Afectiva

Y es precisamente el maestro Miguel De Zubiria -sobre los hombros de esos gigantes que le precedieron- quien da el siguiente paso y sienta las bases teóricas de la Psicologia Afectiva.

De la Psicologia Positiva y de la Psicologia de la Felicidad, se nutre y se robustece la Psicologia Afectiva. Hecho que ratifica –en parte- la tesis central de este ensayo:

“La Psicologia Afectiva es la nueva Psicologia”

La razón es muy sencilla. Al ser la afectividad humana el objeto de estudio de la Psicologia Afectiva, ésta da cuenta de las Competencias Afectivas Intrapersonales (Autovaloración, Autoconocimiento y Autoadministración) e Interpersonales (Valoración del Otro, Conocimiento del Otro y Destrezas interpersonales)[21] que requiere desarrollar una persona interesada en obtener un mayor provecho de los aspectos positivos de la salud:

El Optimismo, la Resiliencia, los Estados de Fluidez, el Bien-Estar, la Creatividad, el Humor Positivo, las Fortalezas Personales y la Felicidad.

En otras palabras, una persona que no desarrolle estas competencias afectivas Intrapersonales, interpersonales y Sociogrupales no puede aspirar a tener una mejor calidad de vida, propia de quienes fortalecen esos aspectos positivos de la salud. Es decir, primero lo afectivo, y a partir de ahí, todo lo demás.

De modo que es en la Psicologia Afectiva, en la que convergen todas las bases teóricas de la Salud Mental Positiva. Pero la validez y sobre todo, la solidez epistemológica de la Psicologia Afectiva no radica sólo en ello, sino, en que se nutre de un novísimo hallazgo científico: La Teoría de la Mente, de la cual a su vez se desprende la Teoría de la Afectividad Humana.

Teoría de la Mente

Desde una perspectiva modular-evolucionista; sostiene esta teoría que la Mente Humana está compuesta por tres Macromódulos (psicológico, práxico y nocional)  y es el resultado de un larguísimo proceso evolutivo. “El primer Macromódulo –psicológico-  debió aparecer hace 35 millones de años, en respuesta original a la compleja vida social de los antropomorfos (orangutanes, gorilas y chimpancés). Entender mejor a los otros le permitió al macho acceder al poder de la banda y a la hembra convertirse en la mejor madre de todas. Ambos lo necesitaban con urgencia.”[22]

El segundo Macromódulo –práxico- debió aparecer hace dos millones de años, lo sugieren las evidencias de herramientas de piedra elaboradas con plena intención. La evolución del Macromódulo práxico arranca con el Homo Habilis.[23]

El tercer Macromódulo –nocional- es muy reciente, cuenta con sólo 50 mil años. Breve lapso cuando el pensamiento, el lenguaje, el arte y la religión producen el big bang cultural y psicológico humano del cual nacimos todos, la fecha definitiva del nacimiento de la especie humana.[24]

Lo anterior, nos permite deducir entonces que la dimensión afectiva de la mente es más antigua incluso que el mismo hombre. Se remonta a los antropomorfos. Quienes tuvieron que desarrollar el modulo Interpersonal de ese primer Macromódulo psicológico para poder “descifrar a los otros, sus intenciones y conductas”[25]

El Macromódulo psicológico, se especializa en <conocer>, <valorar> e <interactuar> con otras subjetividades o mentes. -Como vimos en líneas previas- arrancó su marcha 35 millones de años atrás en los monos antropomorfos, para quienes conocer a sus congéneres –su intención, deseo, motivación a cada instante- fue definitivo.[26]

La mente psicológica, o Macromódulo psicológico, procesa sujetos, sus ilusiones, anhelos, pensamientos, creencias, angustias, simpatías, antipatías. Es su materia prima. Aunque no sólo estos “objetos”, también procesa características similares de los grupos y ¡a ella misma! Por esta razón, al Macromódulo psicológico lo arman tres módulos:

  • El módulo psicológico INTERPERSONAL (procesa estados subjetivos de los otros)
  • El módulo psicológico GRUPAL (procesa estados subjetivos de grupos)
  • El módulo psicológico INTRAPERSONAL (procesa estados subjetivos del sí mismo).[27]

En orden evolutivo, el primer modulo psicológico en desarrollarse fue el Interpersonal, seguido por el Grupal y por último el Intrapersonal. “Todo tuvo su razón de ser. El módulo psicológico interpersonal valoró, descifro e interactuó con otras mentes como un asunto decisivo y fundamental en la adaptación de los homínidos. De este dependió ni más ni menos que el bienestar personal de su usuario.[28]

El modulo psicológico grupal realiza idénticas funciones, pero sobre grupos, en los cuales siempre están insertos los humanos, como las hormigas. Grupos tan variados, como la efímera agrupación que desaparece al sonar la campana del recreo, hasta la empresa en que laborará la persona durante toda su existencia como trabajador.[29]

Por ultimo, el modulo psicológico Intrapersonal conoce, valora y dirige al yo. Le permite auto-conocer-se, auto valorar-se y dirigir su existencia. El Autoconocimiento le dice quién es, de dónde viene, cuáles son sus intereses, metas, sueños: le da un plano preciso de si mismo. La Autovaloración aprecia sus fortalezas, sus puntos medios y sus áreas débiles, le confirma qué puede lograr y qué no. La Autoadministración, le indica cómo realizar sus anhelos.[30]

Y es justo aquí donde nace la teoría de la afectividad humana; en el estudio de la dimensión afectiva de la Mente. De eso se ocupa la Psicologia Afectiva.

Teoría de la Afectividad Humana

La Psicología de la Afectividad prácticamente fue marginada de los textos, las discusiones y las investigaciones de la psicología académica y profesional. La causa de esta tremenda omisión, estuvo en que la segunda mitad del siglo XX trajo la re-evolución cognitiva. De ella surgieron fructíferas interdisciplinas como la neuropsicología, la neurolingüística y la psicolingüística, cuyos conocimientos fértiles aportaron una mejor visión de la mente humana. Sin embargo, la re-evolución cognitiva parece llegar a su fin; en el ambiente académico varios indicios anticipan un nuevo paradigma para el siglo XXI.[31] Y ese paradigma es el imperio de la afectividad. La re-evolución afectiva.

Pero dicha re-evolución tiene sus antecedentes. Según De Zubiria, la re-evolución cognitiva venció la visión conductista que explicó el comportamiento humano con “leyes” obtenidas de la experimentación con ratas de laboratorio. La re-evolución cognitiva observó al ser humano de una nueva manera: como un ser dotado de mente, mientras echó al baúl la idea incorrecta de organismo sin mente. Autómatas cuya existencia la guiarían los reforzamientos (comida, agua, sexo… palmaditas en el hombro) y la evitación (los castigos).[32]

Los conductistas sobresimplificaron las leyes de la conducta por un capricho metodológico: se restringieron a estudiar ratas blancas mientras accionaban una palanca en la caja de Skinner, y se restringieron a observar condicionamientos en perros que escuchaban sonidos previos a la aparición del deseado alimento.[33]

Los cognitivistas dieron nacimiento a la nueva Psicologia del aprehendizaje en reemplazo de la vieja Psicologia del aprendizaje (clásico y operante); estimularon estudiar el pensamiento, y el aprehendizaje re-evolucionó la mirada sobre el hombre, sobre su manera peculiar de autoconfigurarse, asimilando conocimientos y afectos de otros seres de su misma cultura.[34]

Esta renovación pronto afecto a la educación y a la Psicologia educativa. Mutó en concebir al alumno clásico pasivo, que estudiaba solo por calificaciones, receptor de reforzadores y evitador de castigos, en un individuo que aprehende, un aprehendiz que asimila pensamientos y teorías, que razona, induce e hipotetiza, motivado desde adentro: un ser humano genuino.[35]

Sin lugar a dudas, la re-evolución cognitiva rindió sus frutos. Aunque olvido un “pequeño” detalle: el corazón del ser humano (su sentir, su dimensión afectiva); omitió que los niños y jóvenes son seres apasionados, entusiastas, con metas y anhelos, portadores de angustias, buscándole sentido a su vida, no sólo autómatas que inducen, deducen y formulan hipótesis. Olvidó que el intelecto sirve a las pasiones.[36] Ignoró que la afectividad es la dimensión primaria y más remota de la mente humana.

La Psicologia Afectiva se ocupa entonces de la afectividad humana. Ahora bien, ¿Qué es la afectividad humana?

De acuerdo con Miguel De Zubiria, la afectividad humana es valorar las realidades humanas. ¿Realidades humanas? Si, realidades, en plural. Las personas no habitamos una sola realidad, sino tres. Así lo sabemos desde que Karl Popper nos lo describiera en su teoría de los tres mundos. Veamos un poco más al respecto:

Además del mundo material, físico y biológico, común a todos los organismos vivos (Mundo-1), los humanos habitamos dos mundos adicionales: el Mundo-2 y el Mundo-3.

El Mundo-1 reúne las cosas y los seres vivientes, que regular, pero imprecisamente, se designa como la Realidad. La realidad con mayúscula, supuestamente la única y genuina realidad. Designación que el filosofo Popper considera miope y pobre, puesto que también son reales otros dos planos.[37]

Además de las cosas y los seres, otras “cosas” para los humanos son tan reales o más que ellas, entre ellas, ¡ellos mismos! Los sujetos, quienes arman el Mundo-2 de realidades subjetivas como los sentimientos, las angustias, los pensamientos, las palabras, configuran el segundo plano (tan real como cualquiera, o más) en donde vive la mayor parte del tiempo toda persona.[38]

El Mundo-3 agrupa las creencias y los valores creados por los homínidos. En particular, sus tres sistemas: el conocimiento (ciencia),  los valores estéticos (arte), y lo jurídico y ético (axiología).[39]

Tres mundos o tres realidades, dan lugar a tres afectividades: la afectividad práxica (Mundo-1). La afectividad psicológica (Mundo-2) y La afectividad cultural (Mundo-3). Juntas, constituyen la Afectividad Humana.

La afectividad práxica valora y opta ante las realidades objetivas (m1) (…) En los millones de años que nuestros antepasados recorrieron el mundo, siempre al borde de extinguirse en las dificilísimas llanuras africanas, dichas valoraciones fueron decisivas. Hoy algunos grupos por la muerte indiscriminada de ballenas, por el calentamiento global del planeta, por las horribles condiciones en que se depositan millones de pollos y gallinas en jaulas asfixiantes.[40]

Con respecto a la afectividad cultural (m3), dice De Zubiria que funciona cuando alguien decide escuchar una sonata para violín o alguna canción de rock, o asistirá un recital de poesía o estudiar una escultura, o también decide orientar su vida hacia la matemática, la física, la biología, la psicología, o la sociología que le encantan.[41] Es el amor por la cultura como tal y por los productos de la mente.

La afectividad psicológica valora y opta ante realidades subjetivas humanas (m2). Y según su objeto de aplicación, puede dividirse en Interpersonal, Intrapersonal y Sociogrupal.[42]

Como equivocadamente sugieren varios autores obnubilados por el éxito del tema “inteligencia emocional”, penetrar la escencia de otra persona, es mucho más que leer su estado emocional. La lectura emocional la logra hasta el más inexperto niño; no así la lectura sentimental, y menos la lectura actitudinal o la lectura valorativa profunda, que descifra el ser intimo del otro.[43]

El módulo interpersonal no solamente “lee” estados emocionales (por este error conceptual es que ha sido llamado equivocadamente INTELIGENCIA EMOCIONAL) sino que penetra la subjetividad del otro.[44] Es decir, dicho modulo permite dar cuenta –además de las emociones- de los sentimientos, las actitudes, los valores y los principios que movilizan al otro.

Pero para conocer un poco más de la forma como actúa este modulo interpersonal, veamos a continuación una descripción más detallada:

  1. Afectividad Interpersonal[45]

La afectividad interpersonal tiene por tarea comprehender a otros. Su expresión superior la constituye el talento interpersonal. Componen el modulo interpersonal: la unidad cognitiva (conocimiento interpersonal), la unidad afectiva (aprecio interpersonal) y la unidad ejecutiva (destrezas interpersonales)

1.1        Conocimiento Interpersonal[46]

Es construir una teoría del otro con base en la proposicionalización de sus afectos, sus creencias y sus roles. Teoría del otro con enorme beneficio práctico para quien la fabrica. Le permite explicar sus acciones y predecir como se comportará –el otro- en circunstancias futuras.

¿De dónde obtienen conocimiento interpersonal los seres humanos?

Según la psicología afectiva las fuentes privilegiadas de dicho conocimiento las crean tres operaciones psicológicas interpersonales:

  1. Escuchar
  2. Observar
  3. Deducir

Escuchar a la persona que dice de sí misma o preguntarle a otras personas cercanas. Observarla en varias situaciones y contextos e inferir sus afectos (qué quiere), sus creencias (qué cree) y sus roles (qué hace). En tercer término, con esos conocimientos deducir comportamientos de la persona que ratifiquen o invaliden mis conocimientos extraídos. Escuchar, observar y deducir conductas.[47]

1.2        Valorar a otro[48]

Después de elaborar una teoría del otro, el conocimiento debe atravesar la unidad afectiva interpersonal para que ella dictamine su veredicto, lo someta a sus preferencias y actitudes personales. Esta operación informa si cada característica descubierta en el otro conviene o perjudica. El conocimiento interpersonal sirve para decidir qué hacer. Si conviene mantener a alguien como compañero, o llevarlo a la categoría de amigo o a la categoría de amante, o socio, o novio o esposo. O si por el contrario, la amistad, el noviazgo, el matrimonio con esa persona no tiene caso; circunstancia cuando es mejor concluir la relación, antes de que en adelante cause mayores sacrificios.

Es menester subjetivizar cada conocimiento, valorarlo: aplicarle la operación afectiva valorar, que precisamente fabrica juicios de valor sobre cada característica del otro. El resultado me muestra sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Además, el resultado ocurre de cara a mi propia escala de valores y preferencias interpersonales, no a una cualquier escala, sino a la mía propia. En esencia, dicha valoración me indicará si debo invertir más, invertir menos, cancelar el nexo o esperar a ver como evoluciona la relación. Una gran ventaja. Conocer a otros me permite elegir los mejores amigos, socios, novias, amantes, esposa y evitar dolorosos sufrimientos.

1.3        Destrezas Interpersonales[49]

La operación afectiva optar no cierra el proceso, genera la motivación actuar, muchas veces por la ruta de la comunicación interpersonal. Pero, cómo comunicarle algo al otro, dudas, incertidumbres, anhelos, o deseos causa su previsible reacción, positiva como negativa; conviene planear bien QUÉ, CÓMO Y CUÁNDO hacerlo. Planeación y ejecución que el lenguaje coloquial sintetiza en ser diestro interpersonalmente. De eso se trata, de dominar la pragmática comunicativa interpersonal cuyo mejor indicador es la asertividad –ser asertivo-. Es asertivo quien integra el qué, el cómo y el cuándo de modo FUNCIONAL. La asertividad define el súmmum de la competencia interpersonal, debemos enseñársela temprano a nuestros hijos y aprehendices, les resultará vital, ni más ni menos que para ser felices.

Psicología afectiva subdivide la destreza interpersonal en cuatro competencias:

1.3.1          querer-saber- iniciar vínculos

1.3.2          querer-saber- profundizarlos

1.3.3          querer-saber- desconflictualizarlos

1.3.4          querer-saber- concluirlos

Note que a cualquier competencia le precede la expresión querer-saber la razón es que además del hacer mismo (expresividad) requiere una actitud favorable (afectividad) y a la vez contar con conocimiento (cognición) sobre los estándares que cada subcultura, grupo o persona acepta en tal condición. Colosal paquete de enseñanzas interpersonales –la asertividad- que antiguamente le enseñaban con paciencia y generosidad todos los parientes al niño hasta hacerlo un hombre o mujer. Hoy nadie lo enseña, ocupados los colegios por las matemáticas, la física, la química, las ciencias sociales, los idiomas y la gramática; y los padres y madres dedicados a suplir la existencia material de su crio. Nadie asume tamaña tarea.

  1. Afectividad Intrapersonal[50]

La afectividad Intrapersonal moviliza los mecanismos de autocomprehensión. Es condición esencial de felicidad el talento Intrapersonal que orienta la propia existencia. La psicología afectiva tiene como argumentales que las personas felices se Autoconocen, se Autovaloran y se Autoadministran (dirigen su vida)

2.1        Autoconocimiento[51]

Con dificultad enorme se conoce a otra persona. ¿Qué podría decirse entonces de conocerse a sí mismo? ¿Cómo opera el autoconocimiento? Muy distinto a como maniobra el conocimiento de los objetos exteriores y comunes, descifra los afectos, las creencias y los roles de una subjetividad, ¡la suya propia!

De acuerdo con la Psicología Afectiva, al descifrar los afectos, creencias y los roles la autoconciencia posee tres operaciones privilegiadas:

  1. Escuchar a otros hablar acerca de él. Esta operación aprovecha el conocimiento de personas próximas quienes lo tratan de tiempo atrás (hermanos, amigos, amigas, padres, novia), quienes mediante las mismas operaciones pero interpersonales, logran una imagen fiel y fina suya, una Teoría.

  1. Inducir conocimiento Intrapersonal. En este caso el Sí mismo observa al YO y generaliza acerca de sus formas regulares de actuar. Observa al observador.

  1. Deducir conocimiento Intrapersonal. El Sí mismo toma de su extensa teoría personal cualquier conocimiento y deriva hipótesis. Este conocimiento puede contrastarlo contra lo que otros saben o contra las acciones reales del Yo.

Autoconocerse significa autoproposicionalizarse o crear proposiciones sobre sí mismo. ¿Qué son los propios estados internos a los que alude Goleman en su libro best seller La inteligencia emocional? En psicología afectiva, los estados internos son las creencias, los afectos y los roles de cada quien, los cuales configuran su Ser. Superan las emociones y los afectos e incluyen las creencias y los roles que desempeña. Descubrir –proposicionalizar o conceptuar- los afectos, creencias y roles propios resulta ser la tarea esencial del autoconocimiento o de la autoconciencia.

En síntesis ¿Qué conoce el autoconocimiento?:

  • Mis roles
  • Mis afectos
  • Mis creencias

2.2 Autovaloración[52]

Tanto la buena como la mala autoestima atañe al desempeño de alguien; resulta de sus actuaciones, más que de los elogios que recibe y las palmaditas en el hombro. He aquí el problema. El dispositivo autoestima promedia los DESEMPEÑOS más que los halagos recibidos. La autovaloración es un proceso con tres características:

  1. Promediador
  2. Basada en desempeños reales
  3. Siempre inconclusa

Autovalorarse resulta un proceso afectivo complejo, extenso, siempre inconcluso. Proceso afectivo que compara contra un parámetro (los otros) el propio desempeño real y juzga su valor. Complejo, pues valora actuaciones propias. Extenso, pues abarca todas las acciones de la persona. Inconcluso, pues cada nueva circunstancia lo hace funcionar, ya que la existencia humana es devenir y cambio.

2.2        Autoadministración[53]

La Autoadministración agrupa a los dispositivos que intervienen sobre el YO mientras se gestionan afectos, creencias y comportamientos: los tres “recursos” con los que los humanos viven su vida. Además funciona proactivamente. No solo inhibe acciones, o sentimientos, o creencias indeseables, sino que sobre todo conduce la propia vida hacia los destinos que el Sí mismo se traza, la dirige dotándola de sentido, de dirección.

La Autoadministración encausa al Yo en alguna dirección, la que elige el Si mismo, logra dominar al caballo, en lugar de que el caballo lo domine a él.

La Autoadministración es ejecutiva, práctica, operativa. Atañe al saber hacer, al saber práctico para dirigir y administrar nuestro caballo.

La Autoadministración tiene tres funciones:

  1. La función organizativa
  2. La función ejecutiva
  3. La función de monitoreo

La Autoadministración se vale de la operación afectiva motivar, la cual canaliza las energías psicológicas. Esta operación tiene dos sentidos: proactiva e inhibitoria. En el primer caso operan a su vez la automotivación o el estado de flujo.

Además de lo anterior, la Psicologia Afectiva sostiene como tesis central la idea de que a una subjetividad la arman creencias, afectos y roles. Creencias relativas al mundo, la sociedad y los seres humanos incluido él mismo; sentimientos dirigidos al mundo, la sociedad y él mismo; y además de un conjunto de desempeños o roles sociales.[54]

La Psicologia Afectiva denomina como instrumentos afectivos a las emociones, sentimientos, actitudes, valores y principios. Plantea que los seres humanos actúan bajo el influjo o guía de algunos de estos instrumentos. Desde el más elemental (emociones) hasta el más desarrollado (principios).

De acuerdo con la Psicologia Afectiva, el desarrollo personal, afectivo y profesional, reside en el desarrollo psicológico Intrapersonal, Interpersonal y Sociogrupal.[55]

En fin, la re-evolución afectiva, en gestación, explicará los fines que rigen a cada ser humano, y por ende hará sugestivas propuestas respecto a cómo educar hombres y mujeres plenos afectivamente: apasionados, alegres y amorosos.[56]

Dicha re-evolución será liderada por la Psicologia Afectiva, y respaldada por los hallazgos teóricos de la Psicologia Evolutiva, la Salud Mental Positiva (Psicologia Positiva y Psicologia de la Felicidad) la Teoría de la Mente y la Teoría de la Afectividad Humana.

Hasta aquí la línea argumental que da cuenta de la validez epistemológica de la Psicologia Afectiva, y que permite demostrar hasta este punto la validez de la tesis principal de este ensayo:

“La Psicologia Afectiva es la nueva Psicologia”

No obstante todo lo anterior y dada la solidez teórica de la Psicologia Afectiva, su verdadera importancia no pasa sólo por su validez científica, ésta más bien estriba en la relevancia y pertinencia que se hace manifiesta en la incidencia que tiene la afectividad sobre la vida de las personas, los grupos y la sociedad en su conjunto.

RELEVANCIA Y PERTINENCIA DE LA PSICOLOGIA AFECTIVA

Para nadie es un secreto que vivimos en una sociedad enferma. No de otra forma se puede calificar a una sociedad en la que sus índices de violencia, -de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Medicina Legal- dan cuenta de 29.433 necropsias por muerte violenta durante el año 2009, representando un incremento de 2.475 muertes, equivalente a un 9.2% más en relación con el 2008.[57]

Ha sido tanta la sangre que se ha derramado en este país, que ya nos acostumbramos a la muerte. Nada más en el año 2009, murieron asesinadas 17.717 personas, 16.2% más que en 2008.[58] Es decir, en lugar de reducir, la cifra aumenta. Y si por los lados del homicidio “llueve”, las cifras relacionadas con el suicidio tampoco son muy halagadoras. De acuerdo con el citado informe de Medicina Legal, en el año 2009 se quitaron la vida 1.845 personas, 0.3% más que en 2008.

El homicidio, sea cual sea el móvil, representa una afrenta contra la humanidad. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro de forma dolosa. Y si esto ocurre con el asesinato, ¿qué se puede decir entonces del suicidio?

Es una pena que alguien se quite la vida. Pero es más lamentable reconocer que detrás de esa letal decisión, se esconde la posibilidad de que se habría podido evitar, porque las causas que llevaron a esa decisión, indudablemente tienen que ver con la dimensión afectiva.  Si es así, la formación afectiva habría sido determinante para contrarrestar esa medida. Formación Afectiva que hoy es posible llevar a cabo con los insumos teóricos y prácticos provenientes de la Psicologia Afectiva.

Basta con revisar la “Posible Razón del Suicidio”. De acuerdo con Medicina Legal, se encontró que los conflictos amoro­sos, y la falta de motivación en varios niveles o áreas de ajuste de las mujeres y de los hombres, eran las probables causas para que se suicidaran las perso­nas. De hecho, esas 1.845 personas ha­brían decidido quitarse la vida por posibles problemas dentro de las relaciones de pareja o con su ex pareja, por desmotivación frente a circunstancias económi­cas o por la presencia de enfermedades tanto físicas como mentales[59].

“1.845 personas ha­brían decidido quitarse la vida por posibles problemas dentro de las relaciones de pareja o con su ex pareja.” Esto hay que subrayarlo, la pareja es una de las más nutritivas fuentes de felicidad, pero paradójicamente, a su vez es una de las mayores fuentes de Infelicidad. Tanta, que las personas se suicidan cuando no son capaces de superar una separación. Ahora bien, ¿se quitan la vida por ello? ¿No será más bien que la raíz del suicidio está en la carencia de competencias afectivas Intrapersonales e Interpersonales que les permita afrontar la adversidad de una mejor manera? Está claro que desde la Psicologia Afectiva, la respuesta está por los lados del segundo interrogante.

Cuando una persona no desarrolla autoestima, cuando no se quiere a si mismo; cuando es incapaz de iniciar, profundizar, desconflictuar y terminar vínculos afectivos; cuando carece de destrezas interpersonales (asertividad) cuando no le haya sentido a la vida, cuando no sabe motivarse y gobernar su propia existencia… es muy probable que termine suicidándose. No porque perdió a su pareja, o porque se ha quebrado económicamente, o porque a raíz de una accidente perdió alguna de sus capacidades. Al fin de cuentas, son adversidades que hacen parte de la vida misma, y las enfrentamos con nuestras competencias afectivas, mismas que infortunadamente no desarrollan quienes optan por tan fatal camino.

Y lo más triste es que son los jóvenes los que se están suicidando. Según Medicina Legal, jóvenes entre los 20 y los 30 años son los que más suicidios presentaron el año pasado. El registro dice que 427 se quitaron la vida por tener, generalmente, relaciones de pareja disfuncionales y dificultades en su situación económica.[60]

Lo dicho, el asunto es afectivo. Luego entonces se puede prevenir. ¿No es este un argumento contundente para demostrar la necesidad de formación afectiva? La gente se está matando!!! Las personas se están suicidando y muchos se preguntan ¿Por qué? Y buscan las causas en el mundo externo de los individuos, pero no, el problema esta adentro, porque si fuera externa la causa, ya todos nos habríamos quitado la vida. Insisto, hace falta con suma urgencia formación afectiva. Formación que nos enseñe a valorar la vida de los demás, pero sobre toda la vida propia. Formación que nos enseñe a construir buenas relaciones de pareja, que nos enseñe a procesar las naturales perdidas de la vida, que nos enseñe a afrontar las vicisitudes propias de la existencia.

Pero también necesitamos formación que nos enseñe a relacionarnos con los demás. A vivir en sociedad. Y en este punto, las cifras de Medicina Legal tampoco son nada alentadoras. Según esta entidad, en el año 2009, realizó 303.471 reconocimientos médicos por lesiones personales, con respecto al año 2008 se practicaron 11.315 peritaciones más que representan un incremento del 3.9%.[61] No obstante que seguramente no son reportados todos los casos, de por si la cifra ya es considerable e indicadora de la intolerancia con la que nos relacionamos con el otro. Nada más la violencia interpersonal (riña, atraco, etc) arrojo una cifra de 138.617 lesionados. La violencia intrafamiliar 93.859 y los delitos sexuales 21.612 casos.

Las anteriores cifras son indicadoras del alto precio que paga una sociedad que no forma afectivamente a sus ciudadanos. No basta con “educación emocional”, tampoco son suficientes las cátedras de ética y valores, ni las charlas de derechos humanos. Es necesario comprender la naturaleza del hombre y actuar en consecuencia. Es urgente la formación afectiva.

Por eso es tan relevante y pertinente la Psicologia Afectiva.

DERIVADAS

Derivada 1

La Psicologia Afectiva es la base para la Formación Afectiva, y ésta tiene un triple propósito

La Psicologia Afectiva se nutre y se robustece de la Psicologia Positiva y la Psicologia de la Felicidad. Trilogía que constituye el cuerpo teórico de la Salud Mental Positiva y ofrece las herramientas para la Formación Afectiva, la cual tiene un triple propósito:

  1. Dotar a las personas de las competencias afectivas Interpersonales requeridas para Valorar, Conocer e Interactuar con otras personas, siguiendo con las competencias afectivas Intrapersonales requeridas para Autovalorarse, Autoconocerse y Autoadministrarse, y concluyendo con las competencias afectivas Sociogrupales requeridas para Valorar, Conocer e Interactuar con grupos informales, formales, pequeños, medianos, grandes, comunitarios y empresariales, de cualquier tipo que estos sean.[62]

  1. Trabajar en la prevención de la violencia, el maltrato y en la promoción del autocuidado y el cuidado del otro.

  1. Trabajar en aspectos tales como el Optimismo, la Resiliencia, los Estados de Fluidez, la Felicidad, el Bien-Estar, la Creatividad, el Humor Positivo y las Fortalezas Personales.

Cuando una persona recibe este tipo de Formación Afectiva tiene en sus manos poderosas herramientas para afrontar la vida. Si una sociedad le apunta a la formación afectiva de sus ciudadanos, muy seguramente los indicadores de violencia tenderán a reducirse drásticamente, repercutiendo en una mejor calidad de vida para todos.

TODOS, -sin excepción- debemos recibir formación afectiva, no importa la edad, no obstante, entre más temprano se empiece mucho mejor, mayor es el impacto. Ahí juega un papel fundamental la escuela, pero sobre todo, el hogar, la comunidad, los medios de comunicación y las organizaciones que estén interesadas en formar seres humanos que aprendan a amarse a si mismos, a los demás y a vivir en sociedad.

Por eso es tan pertinente y relevante la Psicologia Afectiva, por eso es la nueva Psicologia. Porque brinda las herramientas requeridas para trabajar la afectividad, para formar afectivamente a las personas, los grupos y a la sociedad en general.

¿O acaso existe algo más importante que formar personas felices? ¿Personas que sepan interactuar consigo mismo y con los demás? ¿Personas que desarrollen competencias afectivas Intrapersonales e interpersonales? ¿Personas que sepan dirigir su existencia, gobernar su propia vida? ¿Personas que aprendan a ser mejores padres, hermanos, hijos, trabajadores, novios, esposos, compañeros, amigos, y sobre todo mejores ciudadanos?

No existe nada más importante que aprender a ser persona, que aprender a vivir en comunidad y en sociedad. Y como bien lo señala el maestro Miguel De Zubiria: “esa es la ilusión de las personas comprometidas de corazón con la Psicologia Afectiva, comprometidas en descifrar las formas de penetrar (sentir, conocer e interactuar) con otras mentes.”[63] Comprometidas en aportar su grano de arena para humanizar al hombre, para hacer de nuestra sociedad, un mejor lugar donde vivir.

Derivada 2

Se requiere impulsar la Psicologia Afectiva

El hecho de que la Psicologia Afectiva cuente con un copioso respaldo empírico y un solido fundamento teórico, obliga a que las nuevas generaciones de psicólogos, pedagogos y gentes interesadas en el estudio de la afectividad, se den a la tarea de multiplicar e impulsar los conocimientos y aplicaciones de esta nueva Psicologia.

Para posicionar la Psicologia Afectiva, se requiere también que las instituciones formadoras de los futuros profesionales de la Psicologia, den el salto hacia la salud mental positiva y se pongan a tono con las nuevas realidades y necesidades sociales. No de otra forma se podrá lograr que la sociedad en su conjunto valore y demande los servicios de formación afectiva, promoción de la salud afectiva y prevención de la violencia y el trastorno mental afectivo. Servicios perfectamente pertinentes y relevantes en el mundo actual y venidero, dada su incidencia sobre la persona, los grupos y la sociedad en general.

En definitiva, si queremos que la psicología se articule en el entramado social, que incremente la demanda de psicólogos y que la profesión adquiera un nivel preferencial en la sociedad del siglo XXI, debemos adaptar las intervenciones a las necesidades de los usuarios y trabajar mucho más en la vertiente positiva de la salud.[64] Debemos multiplicar e impulsar la Psicologia Afectiva.

Es decir, trabajar para que el producto que ofrecemos llegue a un sector cada vez más amplio de la población. En la medida que hagamos promoción y potenciemos los recursos del ser humano, las tasas de prevalencia de los trastornos disminuirán y una parte importante de los presupuestos dedicados a la enfermedad podrán reinvertirse en la salud. Por tanto, es necesario que los organismos oficiales y las universidades potencien el desarrollo de líneas de investigación dirigidas a: elaborar modelos de salud mental positiva, identificar los factores que promueven la salud y diseñar programas de entrenamiento para diferentes grupos sociales: adolescentes, personal sanitario, personas de la tercera edad[65], padres y madres de familia, cuidadores, educadores, etc. De igual modo, trabajar en la prevención y la promoción de la salud mental, desde el ámbito individual y comunitario, creando entornos favorables y entrenando habilidades personales.[66]

Por ultimo, es importante aplicar lo que se predica. Por eso es valido preguntarse: ¿Los profesionales de la salud mental tenemos salud mental positiva?, ¿Fomentamos la salud mental positiva? El ejemplo empieza por casa, y no podemos enseñar lo que no aplicamos a nuestra vida propia. Así las cosas, es fundamental que los psicólogos, psicólogas y formadores afectivos en general, hagan de la Psicologia Afectiva no solamente su “herramienta de trabajo” y desarrollo profesional, sino, su instrumento de crecimiento afectivo.


[1] Lluch Maria Teresa “Construcción de una escala para medir la salud mental positiva” Tesis Doctoral. Septiembre 1999.  http://andresgranada.files.wordpress.com/2010/06/tesis-construccion-de-una-escala-para-evaluar-la-salud-mental-positiva.pdf

[2] Ibid

[3] Ibid

[4] Ibid

[5] Ibid

[6] De Zubiria Samper, Miguel “La Afectividad Humana: sus remotos orígenes, sus instrumentos y operaciones, como medirla con escalas y afectogramas”. Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual. Bogotá, 2007

[7] Lluch Maria Teresa “Evaluacion empirica de un modelo conceptual de salud mental positiva” Salud Mental. Agosto 2002. Instituto Nacional de Psiquiatria. Mexico. Tesis Doctoral. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/582/58242505.pdf

[8] Vera Poseck, Beatriz “Psicologia Positiva: Una nueva forma de entender la Psicologia” Papeles del Psicólogo, 2006. Vol. 27(1), pp. 3-8 http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/1279.pdf

[9] Ibid

[10] Ibid

[11] ¿Qué es la Psicologia Positiva? http://psicologia-positiva.com/2009/12/¿que-es-la-psicologia-positiva/

[12] Prada, Eliana Cecilia “Psicologia Positiva y Emociones Positivas” Septiembre de 2005. http://www.psicologia-positiva.com/Psicologiapos.pdf

[13] Ibid

[14] Alarcón, Reynaldo “Investigaciones sobre Psicologia de la Felicidad” 1er Congreso Latinoamericano de Estudiantes de Psicologia. COLAEPSI 2007. Profesor emérito Universidad Nacional de San Marcos. http://www.colaepsi.psicologico.cl/tematicayponentes/REYNALDOALARCON.pdf

[15] Ibid

[16] Fordyce, Michael “Felicidad Humana: la nueva Psicologia de la Felicidad” http://www.gethappy.net/v101.htm

[17] De Zubiria Samper, Miguel “Psicologia de la Felicidad: fundamentos de Psicologia Positiva” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual. Bogotá, 2007

[18] De Zubiria Samper, Miguel “La Afectividad Humana: sus remotos orígenes, sus instrumentos y operaciones, como medirla con escalas y afectogramas”. Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual. Bogotá, 2007

[19] Ibid.

[20] De Zubiria Samper, Miguel “Psicologia de la Felicidad: fundamentos de Psicologia Positiva” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual. Bogotá, 2007

[21] De Zubiria Samper, Miguel “La Afectividad Humana: sus remotos orígenes, sus instrumentos y operaciones, como medirla con escalas y afectogramas”. Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual. Bogotá, 2007

[22] De Zubiria Samper, Miguel “Cómo funciona la Mente Humana: más allá de la Psicologia cognitiva” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual. Bogotá, 2009

[23] Ibid

[24] Ibid

[25] Ibid

[26] Ibid

[27] Ibid

[28] Ibid

[29] Ibid

[30] Ibid

[31] De Zubiria Samper, Miguel “ABC de Pedagogía Conceptual: las teorías de pedagogía conceptual” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá, 2008

[32] Ibid

[33] Ibid

[34] Ibid

[35] Ibid

[36] Ibid

[37] De Zubiria Samper, Miguel “Psicología del talento y la creatividad: como explorar, identificar y desarrollar el talento de TODOS los niños y jóvenes” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2006

[38] Ibid.

[39] Ibid

[40] Miguel De Zubiria Samper “La afectividad humana: sus remotos orígenes, sus instrumentos y operaciones, cómo medirla con escalas y afectogramas” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2007

[41] Ibid.

[42] Ibid

[43] Ibid

[44] Ibid

[45] Ibid

[46] Ibid

[47] Ibid

[48] Ibid

[49] Ibid

[50] Ibid

[51] Ibid

[52] Ibid

[53] Ibid

[54] Ibid

[55] Ibid

[56] Ibid

[57] Forensis 2009 “Datos para la vida” Volumen 11 – Numero 1 – Mayo 2010 http://medicinalegal.gov.co/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=60

[58] Ibid

[59] Valenzuela, Diana “Suicidio. Colombia, 2009” Centro de Referencia Nacional sobre Violencia – CRNV. División de Referencia de Información Pericial – DRIP Forensis 2009 “Datos para la vida” Volumen 11 – Numero 1 – Mayo 2010 http://medicinalegal.gov.co/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=60

[60] Revista Semana “Los 20, edad fatal en Colombia” http://www.semana.com/noticias-nacion/20-edad-fatal-colombia/138463.aspx. Mayo 4 de 2010

[61] Roa Vargas, Ana “Algunas reflexiones sobre la relacione entre capital social y violencia interpersonal” Forensis 2009 “Datos para la vida” Volumen 11 – Numero 1 – Mayo 2010 http://medicinalegal.gov.co/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=60

[62] De Zubiria Samper, Miguel “La Afectividad Humana: sus remotos orígenes, sus instrumentos y operaciones, cómo medirla con escalas y afectogramas” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2007

[63] Miguel De Zubiria Samper “La afectividad humana: sus remotos orígenes, sus instrumentos y operaciones, cómo medirla con escalas y afectogramas” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2007

[64] Lluch Maria Teresa “Construcción de una escala para medir la salud mental positiva” Tesis Doctoral. Septiembre 1999.  http://andresgranada.files.wordpress.com/2010/06/tesis-construccion-de-una-escala-para-evaluar-la-salud-mental-positiva.pdf

[65] Ibid

[66] Ibid

¿Por qué no soy feliz?

1 comentario

Todos queremos evitar el sufrimiento y ser felices. Sin embargo, debido a cómo hemos sido condicionados por la sociedad, solemos vivir de tal forma que conseguirlo se vuelve imposible.  Saber qué es esencial es el primer paso.

Pilarín Romero de Tejada

«Las cosas esenciales de la vida son las que no se ven. La felicidad no tiene que ver con lo que tenemos»

«Mi clic llegó cuando dejé de quejarme y reinterpreté los mismos hechos desde otra perspectiva»

«He aprendido a desarrollar el amor y la confianza en uno mismo para luego poder compartirlos con los demás»

«Si tu objetivo es el amor, tu resultado será la felicidad»

89 años. Viuda. Jubilada. Gracias a su marido, con quien estuvo casada 60 años, aprendió a «amar incondicionalmente».

«Recuerdo haber sufrido mucho en mi infancia. Mi madre murió cuando yo tenía dos años. Ya en el colegio, les preguntaba a mis amigas qué sentían al abrazar a sus mamás. Y a los 10 años perdí a mi padre, que era mi referente. Además, por aquel entonces estaba llena de carencias y complejos. Me veía muy fea. En comparación con mis hermanas, que eran todas rubias y guapas, me sentía un bicho raro. Y así, huérfana y sin autoestima, me sentía tan triste que lo veía todo negro. Pero esta visión distorsionada cambió a los 17 años, cuando conocí a Alberto, el hombre de mi vida. A su lado comprendí que yo no era feliz porque no me quería a mí misma. Por eso era tan dependiente del amor y la aprobación ajena. Empecé a mimarme y a verme con otros ojos. Dejé de decirme cosas feas y comencé a sentirme más bonita. Y en la medida que me fui sintiendo mejor conmigo misma, me di cuenta de que este bienestar se multiplicaba cuando amaba a las personas que me rodeaban. Así fue como poco a poco mi egoísmo murió de inanición. Alberto falleció en mis brazos hace casi dos años. Entonces pensé que no sería capaz de soportarlo. Que me marchitaría como una flor a la que le han quitado su agua y su luz. Pero no. Viví el duelo con agradecimiento por la maravillosa vida que pasamos juntos. Él ha sido mi gran maestro y mi gran amor. Junto a él aprendí que nadie ni nada puede hacernos tanto daño como nuestros pensamientos. Y que lo importante no es qué pueden hacer los demás por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por los demás. La vida es tan sabia y generosa que no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos para aprender a ser felices por nosotros mismos. Además, si encuentras el bienestar dentro de ti, todo lo demás viene por añadidura. Y esto que es muy fácil de decir, da para unos cuantos años de aprendizaje. Y por favor, no me creas… Experiméntalo por ti mismo».

Reflexionar acerca del sufrimiento y la felicidad es un asunto tan delicado como sobreexplotado. A ninguno de nosotros nos gusta reconocer que no sabemos cómo liderar nuestra vida emocional de una forma más sana y constructiva. Y nos cuesta todavía más que otras personas señalen nuestros defectos y carencias, tratando de guiarnos para aprender a gestionarla mejor. De ahí que el desarrollo personal suela ser ridiculizado y actualmente tenga tantos detractores.

Sin embargo, la arrogancia de creer que lo sabemos todo y de demonizar cualquier información que nos sea molesta o desconocida tan solo limita nuestra capacidad de ver y comprender las cosas desde una nueva perspectiva. En vez de ponernos a la defensiva, podemos adoptar una actitud más humilde y madura, basada en el reconocimiento de que no sabemos y de que estamos abiertos a aprender. Asumir la propia ignorancia es un trago amargo, pero necesario para poder crecer y evolucionar como seres humanos.

Eso sí, lejos de caer en el dogma y la imposición, es importante que no nos creamos nada de lo que nos digan ni de lo que leamos, incluyendo, por supuesto, la información detallada en este reportaje. Tal y como nos anima Pilarín Romero de Tejada, hemos de verificarla a través de nuestra experiencia. Solo entonces podremos ir más allá de nuestros prejuicios, determinando si dichas reflexiones son útiles o inútiles para mejorar nuestra competencia en el arte de vivir.

Marc Dufraisse

«Tenemos de todo, pero ¿nostenemos a nosotros mismos?»

50 años. Casado, con dos hijos. Consultor. Padecer y superar un cáncer le ha conducido a replantearse su manera de vivir.

«Tras licenciarme en Empresariales, comencé una prometedora carrera profesional como ejecutivo. Durante mucho tiempo, lo que yo creía que era la felicidad estaba vinculado a lo que tenía y a lo que deseaba tener. Y lo cierto es que fui consiguiendo aquello que me proponía. Tenía una familia. Tenía éxito profesional. Tenía estatus social. Y tenía dinero, mucho dinero. Sin darme cuenta, había entrado en una rueda materialista que me proporcionaba seguridad, confort y reconocimiento. Pero tan solo era un espejismo. Vivía dormido, sin darme cuenta de por qué hacía las cosas que hacía. A raíz de un cáncer que casi termina con mi vida, desperté del profundo sueño en el que me encontraba. El proceso médico, las operaciones y los tratamientos me hicieron sentir la fragilidad y la precariedad de la vida en mi propia carne. El sufrimiento destapó mis necesidades, angustias y miedos escondidos. Me conectó con mis emociones y sentimientos reprimidos. Por primera vez desde que era niño fui capaz de llorar. Sobrevivir a esta grave enfermedad me transformó. Me hizo ver la vida como un regalo. Cambié mi escala de valores y prioridades. Abandoné el control y me permití ser diferente. Ya no llevo una existencia puramente materialista. Me he dado cuenta de que las cosas esenciales de la vida son las que no se ven, pues tan solo pueden sentirse cuando vivimos conectados con nuestro corazón. La felicidad no tiene nada que ver con lo que tenemos ni conseguimos. De ahí que jamás la encontraremos en la posesión de bienes materiales ni en la consecución de logros profesionales. La auténtica felicidad está dentro de nosotros mismos. El reto es aprender a conectar con ella. Por eso ya no me distraigo con prioridades erróneas. Sé que suena a tópico, pero he vuelto a nacer. A mis 50 años he redescubierto la vida».

Al igual que le sucedía a Marc Dufraisse, a día de hoy seguimos creyendo que la felicidad está vinculada con lo que tenemos y hacemos, marginando por completo lo que somos. Por eso formamos parte de una sociedad materialista, construida sobre tres pilares: el trabajo, el consumo y el entretenimiento. Sin embargo, esta manera de pensar y de actuar está resultando del todo ineficiente e insostenible. La paradoja es que tenemosmás riquezas que nunca, pero somos mucho más pobres. Prueba de ello es que el vacío existencial se ha convertido en la enfermedad contemporánea más extendida, y el Prozac y el Tranquimacín, en dos compañeros de viajede muchos españoles.

Al guiarnos por una serie de creencias erróneas -como que nuestra felicidad depende de algo externo-, dedicamos casi todo nuestro tiempo, dinero y energía a conseguir todo tipo de metas y objetivos, desatendiendo nuestro mundo interior. Y con el tiempo, esta huida de nosotros mismos suele pasarnos factura. Aunque no se suela hablar de ello en las noticias, al menos seis millones de personas sufren depresión en España, según un reciente estudio del hospital Puerta de Hierro de Madrid.

En paralelo, se han disparado las ventas de antidepresivos en este país. En 1994 se despacharon 7,2 millones de unidades. A finales de 2003, esta cifra creció hasta los 21,2 millones. Y en 2009 superó los 33 millones. La ingesta de tranquilizantes, por otra parte, ha seguido la misma línea ascendente. El año pasado alcanzó los 52 millones de unidades vendidas, según el Ministerio de Sanidad.

Lo alarmante de estos datos es que tan solo se corresponden a las compras realizadas por pacientes del sistema público. No contabilizan las prescripciones efectuadas por las consultas privadas. Eso sí, cabe decir que este espectacular uso de ansiolíticos no siempre guarda relación con los estados depresivos de los pacientes. Estos medicamentos también se emplean para abordar la ansiedad, las fobias, los trastornos alimentarios, el dolor y las adicciones.

Otra estadística tabú en nuestra sociedad es la referente al número de suicidios, una cifra que crece anualmente. Así, la prestigiosa revista de medicina británica The Lancet publicó en 2009 un estudio realizado por los Centros de Investigación sobre el Suicidio de las universidades de Oxford, en el Reino Unido, y de Gand, en Bélgica, que estimaba que un millón de seres humanos se quitan la vida cada año. Y según la Organización Mundial de la Salud, al menos otros 15 millones lo intentan sin conseguirlo.

En España, el suicidio ya es la primera causa externa de muerte (con 3.421 casos en 2008), desbancando a las defunciones por accidentes de tráfico, cuya cifra se situó en 3.021 víctimas mortales, según el Instituto Nacional de Estadística. Algunos sociólogos afirman que estos datos son solo la punta de un gigantesco y oscuro iceberg. A pesar de haberse convertido en un fenómeno normalizado, nuestra sociedad padece una grave enfermedad llamada «infelicidad».

Marta Mariñas López

«Aquello que no somos capaces de aceptar es la única causa de nuestro sufrimiento»

31 años. Soltera. Psicóloga social. Trabajar en países en vías de desarrollo le llevó a cuestionar sus creencias acerca de la felicidad.

«Mi forma de comprender la vida y de concebir la felicidad cambió a raíz de salir de mi burbuja social. La experiencia de trabajar en países en vías de desarrollo, así como en barrios en riesgo de exclusión, me ha permitido ver y conocer gente en contextos violentos, teniendo que afrontar situaciones vitales complicadas. Pero más allá de sus circunstancias, muchos de ellos mantienen un brillo de vitalidad en sus miradas y una gran sonrisa en sus rostros. Estas personas me han enseñado que la felicidad está relacionada con la aceptación de la realidad; con confiar en la vida, sacándole siempre la lección de aprendizaje y de superación personal que se esconde detrás de cualquier situación que nos toca afrontar. Eso sí, para alcanzar este nivel de comprensión tuve que pasar por un periodo de profundo sufrimiento. Tras una ruptura sentimental, experimenté mucho dolor, rabia y tristeza. Pero no me permitía sentir esas emociones. Después de presenciar situaciones vitales tan difíciles en otras personas, no me parecía legítimo sufrir por amor, con lo que rechazaba y reprimía lo que sentía. Me llevó varios meses comprender que el dolor forma parte de la experiencia de estar vivo. Así fue como dejé de luchar contra mí misma. Y al aceptarme, dándome el espacio que necesitaba, trascendí el sufrimiento. De pronto sentí una tranquilidad y una serenidad muy especiales. Ahora sé que el secreto de la felicidad reside en la conquista de nuestra responsabilidad y libertad personales, pues podemos ser dueños de la actitud que tomamos frente a nuestras circunstancias».

El cambio realizado por Marta Mariñas López no es un caso aislado. Esta transformación también se está llevando a cabo a nivel colectivo. Existen varios movimientos en todo el mundo -todavía de carácter minoritario- que pretenden situar la búsqueda de la felicidad en el corazón del ámbito político y económico. Esta es una de las áreas de investigación del doctor en Filosofía Jordi Pigem, autor de Buena crisis. Hacia un mundo posmaterialista.

«Si bien para la mentalidad materialista el producto interior bruto (PIB) es la medida más fiable del progreso de un país, tan solo mide transacciones económicas y poco o nada sabe del verdadero bienestar de las personas», sostiene Pigem. Desde hace unas décadas existen indicadores de progreso menos reduccionistas, que miden el bienestar no solo a través del flujo de dinero. Curiosamente, la alternativa más interesante al PIB no ha surgido de los ordenadores de una institución académica, sino de los tranquilos valles de Bután, un enclave budista en el corazón del Himalaya.

En este reino se creó la felicidad interior bruta (FIB), que combina siete ámbitos de bienestar: físico, mental, ambiental, laboral, económico, político y social. Su promotor fue el monarca Jigme Singye Wangchuck, que desde el día de su coronación, en 1974, está apostando por el desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, la preservación y promoción de la cultura, la conservación del medio ambiente y el buen gobierno como pilares de la felicidad nacional.

Es evidente que no es fácil trasladar la experiencia de Bután al resto de economías industrializadas. Sin embargo, Pigem sostiene que este ejemplo nos lleva a reflexionar que «lo que medimos afecta a lo que hacemos». De ahí que «mientras nuestros indicadores solamente midan y valoren lo material y tangible, seguiremos marginando lo verdaderamente esencial de la vida, relacionado con lo que somos y lo que sentimos en nuestro interior».

Alberto Pérez Buj

«La vida recompensa aquienes hacen las paces con su pasado»

54 años. Casado, con tres hijos y dos nietas. Posibilitador de aprendizajes en la naturaleza. La quiebra de su empresa le hizo replantearse su vida.

«Tuve una infancia llena de amor. Pero un día, cuando tenía siete años, al volver de la escuela me sentí enfermo. Y aquella enfermedad me hizo pasar tres años en la cama, padeciendo dolor, miedo y soledad. En mi recuperación fue decisiva la ayuda de mi familia, que me transmitió la pasión por la vida y la naturaleza. Más adelante, durante mi juventud, imaginé la felicidad como un estado permanente y la busqué en todas partes. Pero no la encontré. A raíz de la ruptura de mi primer matrimonio, me adentré en la terapia psicoanalítica, lo que me llevó a conocerme más a fondo. Sin embargo, mi auténtico punto de inflexión se produjo al quebrar mi anterior empresa. Tras aquel batacazo me sentía tan desorientado que asumí que no podía seguir viviendo de la manera en la que lo venía haciendo. Fue entonces cuando comencé a comprender el lenguaje de la vida. Me di cuenta de que seguía en guerra con mi pasado. Seguía adoptando el papel de víctima, y esta actitud me llenaba el corazón de rencor. Mi clic llegó cuando dejé de quejarme y de luchar contra lo que me había sucedido y comencé a reinterpretar esos mismos hechos desde una nueva perspectiva. Al asumir esta responsabilidad sentí una gran liberación. Entonces tomé consciencia de que nuestro mayor enemigo para ser felices es nuestro egocentrismo. Es decir, querer que la realidad se adapte constantemente a nuestros deseos y expectativas. En aquel contexto, una persona que considero mi maestra me hizo tres preguntas: ¿cuál es tu pasión?, ¿en qué eres bueno? y ¿qué estás dispuesto a hacer con ello? Esta búsqueda me llevó a encontrar mi vocación de servicio hacia los demás. Así es como he descubierto la felicidad. Después de haber estado perdido y sin rumbo, a día de hoy me siento muy agradecido por todo lo que me ha sucedido. Ahora sé que ha sido lo que he necesitado para encontrar mi lugar en el mundo».

«No puedo seguir viviendo conmigo». A sus 29 años, este pensamiento se repetía una y otra vez en la mente enferma de Eckhart Tolle. Por aquel entonces «vivía en un estado de ansiedad casi constante, salpicado por periodos de depresión suicida». Desquiciado por una «desgarradora angustia existencial», finalmente tocó fondo. Aquella saturación de malestar fue lo que le hizo comprometerse con su «trabajo interior».

Tres décadas más tarde, Tolle se ha convertido en un referente del desarrollo personal. Sus libros El poder del ahora y Un nuevo mundo ahora recogen sus experiencias de aprendizaje y transformación, mostrando a los lectores el camino para conocer el funcionamiento de la mente y el manejo constructivo de los pensamientos. A pesar de ser considerado un gran experto, Tolle afirma con humildad: «Soy un ser humano que a raíz de una insoportable insatisfacción emprendí una búsqueda para comprender la causa última de mi sufrimiento».

Pero ¿qué es el sufrimiento? «Es tensión, vacío, ansiedad, estrés, negatividad, miedo, ira, tristeza y, en definitiva, cualquier emoción y sensación que nos deja un poso de malestar e insatisfacción», explica Tolle. Y según sus investigaciones, el origen de todas estas desagradables experiencias no se encuentra en nuestras circunstancias, sino en nuestros pensamientos.

A juicio de Tolle, «nuestras emociones, sentimientos y estados de ánimo no tienen tanto que ver con lo que nos pasa, sino con la interpretación que hacemos de lo que nos pasa».

La mala noticia es que «no es fácil abandonar el hábito mecánico de ver e interpretar lo que nos sucede de forma egocéntrica y reactiva». La buena es que «cuando aceptamos que somos los únicos responsables de nuestro sufrimiento, nos damos cuenta de que podemos dejar de herirnos, cambiando nuestra manera de pensar y de relacionarnos con nuestras circunstancias».

Eso sí, cabe diferenciar entre el dolor y el sufrimiento. Por ejemplo, si de pronto nos empieza a doler la cabeza, podemos quejarnos o incluso luchar contra él, lo que nos acarreará una dosis de sufrimiento. Por el contrario, podemos aceptar que nos duele la cabeza tumbándonos un rato o tomarnos una aspirina. Así, el dolor es físico, y el sufrimiento, emocional: lo creamos en nuestra mente en función de lo que pensamos acerca de lo que nos pasa. De ahí que el dolor sea inevitable, y el sufrimiento, opcional.

El quid de la cuestión radica en que «no somos dueños de nuestra mente, sino que esta suele operar automáticamente». Y aquí es donde se revela la función biológica y psicológica del sufrimiento: «Hacernos tomar consciencia de que nuestra manera de autogestionarnos es ineficiente y disfuncional». De ahí que, tal y como le sucedió a Alberto Pérez Buj, el malestar nos motive a cambiar. Y «esta necesidad de cambio es lo que generalmente nos lleva a crecer, evolucionar y madurar como seres humanos, alcanzando niveles de mayor bienestar y satisfacción», concluye Tolle.

Albert Figueras

«El secreto de la felicidad consiste en valorar tu vida tal como es»

48 años. Vive en pareja y tiene dos hijos. Médico y divulgador. Durante años ha estudiado qué dice la ciencia sobre los pilares del auténtico bienestar.

«Antes solía creer que la felicidad era un estado de gracia que muy pocos podían alcanzar. Y que para ser uno de esos privilegiados tenía que seguir el modelo determinado por la sociedad: estudiar una carrera universitaria, conseguir un buen trabajo, comprar una vivienda, casarme, tener hijos… No es que me sintiera especialmente infeliz, pero mientras iba recorriendo ese camino tenía la sensación de no ocupar todavía ‘el podio de los felices’. Mis días estaban marcados por el hastío que te invade mientras esperas, sin saber demasiado bien el qué. Tal vez fue por eso por lo que empecé a interesarme por las bases neuronales de la felicidad. La ciencia dice que percibimos cómo nos sentimos gracias al contraste. Así, cuando alcanzamos cierta riqueza externa es más fácil darnos cuenta de nuestra pobreza interior. He aprendido que la felicidad -quizá provocada por una sustancia llamada oxitocina- consiste en apreciar las pequeñas grandes cosas que nos pasan cada día. Y que esos breves instantes se escapan fácilmente cuando aparece el deseo de querer que suceda algo que no está sucediendo. El deseo pone nuestro centro de atención en lo que no tenemos, en lo que nos falta, en lo que podría ser mejor, causándonos grandes dosis de sufrimiento. El deseo nos lleva a regodearnos en recuerdos pasados y a fantasear con ensoñaciones futuras, perdiéndonos por completo el momento presente, que es el único donde sí podemos conectar con la felicidad. El reto consiste en no dar nada por sentado, valorando todo lo que forma parte de nuestra vida. Más que nada, porque lo que se valora se disfruta mucho más, mientras que lo que no se valora se termina perdiendo».

En la última década se han hecho incontables estudios sobre la felicidad. Y entre otros, Albert Figueras destaca el realizado en 2007 por la Universidad de Wisconsin. Un grupo de neurocientíficos se dedicó a hacer resonancias magnéticas a cientos de voluntarios, conectando sus cerebros a 256 sensores para detectar su nivel de bienestar. La puntación más alta, y con una abultada diferencia, la obtuvo el francés Matthieu Ricard, a quien se le declaró «el hombre más feliz del mundo».

Lo cierto es que esta simpática etiqueta no tiene nada que ver con la casualidad. Este biólogo molecular dejó su carrera profesional hace 30 años para convertirse en un monje budista. Actualmente, a sus 64 años, Ricard es uno de los asesores personales del Dalai Lama y lleva una vida contemplativa en el monasterio nepalí de Shechen.

En su opinión, «solemos confundir la felicidad con el placer y la satisfacción que nos proporciona el consumo de bienes materiales». Y también con «la euforia de conseguir lo que deseamos». De hecho, «la felicidad no está relacionada con lo que hacemos ni con lo que poseemos». Sobre todo porque «no tiene ninguna causa externa: es nuestra verdadera naturaleza», afirma Ricard, autor de En defensa de la felicidad y El arte de la meditación.

Si bien no es fácil definirla con palabras, Ricard sostiene que «la felicidad es la ausencia de lucha, conflicto y sufrimiento». Se dice que somos felices cuando «nos aceptamos tal como somos y sentimos que no nos falta de nada, una percepción subjetiva que está muy vinculada con nuestro estado de ánimo». Por su experiencia, «el bienestar profundo y duradero que todos anhelamos surge como consecuencia de relajar la mente y conectar con el corazón». De ahí que Ricard nos invite a adentrarnos en la meditación. «Nos pasamos la vida haciendo planes y poseyendo cosas, pero ¿cuánto tiempo dedicamos al día a estar solos, en silencio y sin distracciones?».

La frenética actividad a la que muchos de nosotros estamos sometidos suele desgastar por completo nuestra energía vital. Y, a menos que aprendamos a recuperarla, «solemos vivir de forma inconsciente, cayendo en las garras de un peligroso círculo vicioso». No en vano, «en este estado funcionamos con el piloto automático y somos guiados por nuestro instinto de supervivencia, cuyos rasgos más distintivos son el egocentrismo, el miedo, el victimismo y la reactividad emocional». Es entonces cuando, saturados por el malestar, muchos concluyen que el negro es el color de la existencia o que hemos venido a este mundo a sufrir.

Pero nada más lejos de la realidad. Al igual que cargamos el móvil cuando se le agota la batería, los seres humanos podemos cargarnos de energía, y no solo por medio de la meditación. Si bien cada ser humano es único, a todos puede beneficiarnos el ejercicio físico, la naturaleza y el baile, así como quedar con personas alegres y positivas e incorporar en nuestra dieta alimentos más sanos y naturales. El reto es encontrar el equilibrio entre la actividad, el descanso y la relajación.

Anna Sánchez Turné

«Cuando eres feliz surge la vocación de hacer felices a los demás»

52 años. Vive con su hijo y tiene pareja. ‘Coach’ ejecutiva. Su ‘despertar’ comenzó a raíz de la crisis en su matrimonio.

«Hace 12 años, a raíz de la crisis y posterior ruptura de mi matrimonio, sentí que tocaba fondo y que debía reinventarme. Movida por esta inquietud empecé a hacerme las típicas preguntas existenciales: ¿quién soy?, ¿cómo quiero vivir la vida?, ¿cuál es mi misión?… Por el camino he conectado con mi autenticidad y con mis valores esenciales, lo que me ha llevado a cambiar lamanera de relacionarme con mi entorno. Este proceso de autoconocimiento me ha regalado la oportunidad de desarrollar una actitud más positiva y optimista frente a la vida. Ylo mejor de todo es que también me ha revelado mi propósito vital. Así fue como decidí cerrar la empresa que había creado años atrás y que me permitía vivir cómodamente. Movida por algo que nutriera mi verdadera esencia, empecé a formarme para ejercer una profesión que me hace vibrar y que me apasiona. A día de hoy me siento en paz conmigo misma y con la existencia. He aprendido la importancia de desarrollar el amor y la confianza hacia uno mismo, para luego poder compartirlos con los demás. Y que la mayor causa de mi sufrimiento se encuentra en mis pensamientos negativos y limitantes. He integrado en mi rutina la meditación, que me ayudaa vivir más conscientemente. He comprobado que cuando cambias tú, cambia todo lo demás. Y que cuando uno aprende a ser feliz por sí mismo ya no se mueve solamente por el interés personal, sino que se embarca en proyectos que persiguen el bien común».

Si la felicidad es nuestra verdadera naturaleza y ya está en nuestro interior, ¿por qué nos cuesta tanto ser felices? ¿Por qué nos empeñamos una y otra vez en seguir los dictados de nuestros deseos? ¿Por qué nos aferramos a hacer realidad nuestras expectativas? «Si no somos felices es porque ahora mismo, debido a cómo hemos sido condicionados por la sociedad, este verdadero bienestar no es nuestra principal prioridad». Son palabras del reconocido doctor en psicología Martin Seligman, uno de los impulsores del movimiento conocido como psicología positiva.

Avalado por estudios científicos, Seligman ha descubierto que «el primer paso para conectar más a menudo con la felicidad es asumir la responsabilidad y cultivar la sabiduría». Y esta pasa por comprender que «nuestra felicidad solo depende de nosotros mismos». Dado que es un aspecto tan intangible, este experto nos invita a concebirla como un «músculo» que podemos ejercitar cada día. Y no hay mejor gimnasio que nuestra propia vida.

«Las personas que se responsabilizan de lo que piensan y de la actitud que toman frente a sus circunstancias suelen desarrollar una mayor comprensión de quiénes son y de cómo pueden relacionarse más constructivamente con lo que les pasa», sostiene Seligman, autor de La auténtica felicidad. Y como en cualquier otra área de conocimiento, existen técnicas, métodos y herramientas que favorecen y aceleran este proceso de aprendizaje. Por eso cada vez más personas, como Anna Sánchez Turné, están interesándose por el desarrollo personal.

«Tras la asunción de la responsabilidad personal, empezamos a ejercitar el músculo de la aceptación, que, a diferencia de la resignación, está basada en una profunda comprensión de las leyes que rigen la existencia», señala Seligman. «Así es como gradualmente dejamos de luchar y de entrar en conflicto con lo que nos sucede, preservando un estado de paz en nuestro interior».

Según sus investigaciones, «no hay mayor experiencia de felicidad que la que podemos sentir cada uno cuando fluimos con el momento tal y como es». Este aprendizaje nos lleva a ejercitar otro músculo, seguramente el más importante de todos: «la consciencia». Al darnos cuenta de que todo lo que necesitamos para ser felices ya está dentro de nosotros, empezamos un nuevo y apasionante entrenamiento, que Seligman define como «dar lo mejor de nosotros mismos frente a cualquier situación».

En caso de no saber todavía cómo hacerlo, por lo menos ya sabemos lo que nos falta por aprender. «La felicidad no es una meta a conseguir, sino un camino a recorrer», afirma este científico de la psique humana. Y concluye: «Y por más que nos lo sigan haciendo creer, se trata de un viaje de aprendizaje donde no caben las trampas ni los atajos».

IMPRESCINDIBLES

1. LIBRO. ‘Fluir’. Una psicología del felicidad’, de Mihaly Csikszentmihalyi (Kairós). Un ensayo escrito para un público exigente, crítico y escéptico, en el que se describe, desde un punto de vista científico, de qué manera podemos desarrollar nuestra capacidad de fluir con nuestras circunstancias. Según las investigaciones y los estudios presentados en este libro, todos podemos crear esta experiencia óptima en nuestro interior. Para lograrlo es imprescindible asumir la responsabilidad personal y entrenar el músculo de la consciencia.

2. PELÍCULA. ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra. Este clásico del cine narra la historia de George Bailey, un joven cuyo mayor sueño es abandonar el pequeño pueblo en donde nació para viajar por todo el mundo y estudiar una carrera universitaria. Sin embargo, por su camino se cruzan una serie de circunstancias que le llevarán a trascender su propio interés personal en favor del bien común de su familia y de los habitantes de su pueblo. Después de vivir para y por los demás, George terminará recogiendo los frutos de su altruismo, siendo recompensado con la mayor riqueza de todas: su propia felicidad.